Mi nombre no importa,
Ni mi sexo o religion,
Estoy aqui por la necesidad del ser humano
De pertenecer a algo,algo más que un mundo,
Y sean bienvenidos a este
Final forzado de principio necesario....



domingo, 25 de julio de 2010

Día lluvioso



No sé si a ustedes les gusten o no, pero la verdad es que a mí los días lluviosos me encantan, para mí son uno de esos pequeñísimos gustos que como humano me puedo dar y que realmente no me cuestan nada, amo cuando en la mañana en lugar de ver salir el sol, solo se ven nubes en el horizonte y que mejor cuando me despierta el apenas perceptible sonido de las gotas de lluvia que chocan con el piso, con la pared, con las plantas, con el cristal de la ventana y ese hermoso olor a tierra mojada, me dan una sensación de seguridad, algo así como un enamoramiento pues me quedo mirando solo el cristal de la ventana viendo la lluvia que choca contra ella para después escurrir lentamente sobre ella hasta formar pequeños canales que simplemente se van recorriendo su propio camino. En verdad no sé el porqué de esta fascinación por la lluvia, pero en verdad me agrada, recuerdo que a Christopher lo conocí en un lugar donde llovía todo el tiempo, también recuerdo que una de nuestras mejores salidas fue un día de enero caminando por el centro histórico con la lluvia cayendo sobre nosotros, veíamos como la gente corría de una lado a otro mientras nosotros nos tomábamos de las manos y seguíamos caminando, lo cual me pareció muy divertido y muy agradable.


También recuerdo que cuando era niña siempre salía a mojarme cuando llovía, saltaba por los charcos, en todos los que veía saltaba con singular alegría y pasaba horas mojándome con la lluvia, al recordarlo debo confesar que se dibuja una sonrisa en mi rostro, recuerdo que esperaba con ansias la temporada de lluvia que me permitiría salir a la calle a jugar con mis vecinos para brincar en los charcos, jugar carreritas, las traes y muchos juegos más que al final solo se convertían en un pretexto para poder correr por toda la calle, saltar por los charcos y divertirnos.


Al final tengo que confesar que aun el día de hoy no soporto la tentación de caminar bajo la lluvia y terminar empapada, de caminar y saltar en cada uno de los charcos que se atraviesan en mi camino, para mí un día lluvioso lejos deponerme melancólica, la verdad es que me vuelve muy feliz, siempre con la ilusión de que se atravesará un charco en mi camino en el cual podré saltar, salpicar más gente y reírme libremente de mis travesuras.

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